Capitulo #39: Amigos
-Me perdonas? –Le pregunte al estar acostada sobre él en su cama- yo nunca quise que nos separemos. Pero mi papa de un dia para el otro me llevo fuera del país y me dijo que al mes volvíamos, y ese mes se convirtió en un año. Cuando vuelvo lo primero que hice fue venir aca a buscarte, pero ya era tarde, vos no estabas
-Como que yo no estaba? Siempre viví acá
-Me acuerdo que me atendió una señora y me dijo que se habían ido, pero no me conto donde
-Una señora? Que raro. Pero vos no te hagas problema La –me dijo al acariciar mi brazo- es obvio que no tenias la culpa. Igual, quiero que sepas, que llore mucho eh
-Enserio? –me voltee para mirarlo y el asintió- perdoname, perdoname de vuelta –le dije al abrazarlo- no quise
-Ya sé, ya me contaste –siguió mi abrazo- y basta, no se habla más del tema
-Como que no se habla más del tema? Peter somos nosotros! Los del pasado! Aunque ahora estamos más grandecitos. No es sorprendente?
-Sí, pero más sorprendente fue el regalo que recibí de tu parte. Te la tenías guardada eh –y reímos
-No seas tonto. Algún dia tenía que pasar, porque si te esperaba a vos, uf! Cuarenta años íbamos a tener y todavía en veremos
-Disculpame, si mi hermana y tus amigas se disponen siempre a llegar en ese momento no es mi culpa
-Sí, bueno, pero no lo hacen de malas. Peter, vos no tenias esos agujeros en el pecho cuando me veías? Asi como me paso a mí que se me venían recuerdos
-Sí –respondió
-Y porque no me contaste? –pregunte algo alarmada
-Porque cuando te iba a contar me saliste con que gustabas de mí. Entonces fui a lo más importante..
-Que salame que sos –reí- che, y ahora que onda? Osea, como sigue esto?
-Y mira, yo le daría para adelante así de una –mientras gesticulaba con sus manos- pero hay que ver si la señorita quiere
-A mí me gustaría que vayamos despacio. Por ejemplo, podemos seguir siendo amigos pero con un derecho a roce –sonreí pícara
-Derecho a roce? Vos decis algo así de somos amigos, la distancia es mucha, pero cuando no hay nadie y estamos solitos –me besa rápidamente- aparecen los besos?
-Algo así –sin dejar de sonreír
-Sí, me gusta, me gusta. Para, hay que contarle a Euge
-No! Pero dios mio! Acabo de plantear algo y ya queres andar contándoselo a todo el mundo?
-No –rió- eso no. Sino quien sos vos en realidad
-Ah. Pero no, eso déjamelo a mí.
-Segura?
-Sí –solo respondí- bajamos? Sigue siendo tu cumpleaños eh
-Dale, y tene cuidado que capas algún roce se me escapa –y guiño su ojo para luego salir de la habitación
La noche se pasó rapidísimo. A las cuatro de la mañana ya no había nadie en aquella inmensa casa. Con ayuda de Eugenia, sacamos todas las cosas del living llevándolas a la cocina. Pedro quedo planchado en el sillón y, sin que me viera mi amiga, fui a taparlo con un acolchado. Lo miraba y no podía creerlo. Era él, esa misma persona que conocí a los cuatro años y que estuve a su lado hasta lo seis. Era él, mi mejor amigo de infancia, y ahora convertido en mi amigo con derecho a rose, dios mio, las cosas que vengo a hacer yo. Cuando todo estaba en su lugar, subí con Euge a la habitación para consolidar aquel sueño que invadía todo mi cuerpo. Pero nuevamente abrí los ojos cuando ya el sol aparecía por aquel ventanal que tenia la rubia en su cuarto.
Ella no estaba en su cama asi que, después de higienizarme en el baño, baje a la cocina para encontrármela haciendo el desayuno para tres personas. Y ahora sí, ahí llego el momento de decirle quien era yo.
-Buenos días –dije
-Buenos días –me respondió ella mientras colocaba café en las tazas
-Al mio ponele un poco de leche, pajarilla –avisé mientras me sentaba en la silla y ver como Eugenia levantaba la mirada haciendo que el café se desparrame por la gran bandeja
-Como me dijiste? –me pregunto al mirarme y dejar todo sobre la mesada
-Que al mio le pongas un poco de leche
-No, no, lo último que dijiste
-Pajarilla, porque? –y sonreí
-Porque ese… ese era un saludo que tenía con mi amiga cuando éramos chiquitas, la que te conté –y yo solamente seguía sonriendo y ella, por fin, cayó a tierra y tapo su boca con la mano- no. Vos sos…
-Digamos que –me paré de donde estaba sentada mientras me acercaba a ella- larga historia para contarla ahora. Pero, aunque no lo creas, yo soy aquella pajarilla que cuando tenía seis años jugaba a las muñecas con vos –recordé ese momento y mis ojos se volvieron cristalinos, igual que los de Euge
-Aaah! –Pego un grito de alegría para luego abrazarme- eras vos, sos vos. No, no, no puedo creerlo. Sos vos! –y agarro mi cara
-Sí, soy yo –sonreí mientras reíamos al mismo tiempo
-Mi amiga, mi mejor amiga. Aaah! –volvió a gritar y volvió a abrazarme
-Veo que ya nos enteramos –dijo Pedro al aparecer en ese momento
-Peter, Peter, ella. Ella es… ella! –hablaba Euge muy emocionada
-Sí, ya sé quien es ella. Nos enteramos a noche –contó
-Y porque no me dijeron nada desalmados? Uy ya vengo, lo voy a llamar a Nico, se tiene que enterar de esto –y salió corriendo hacia el living en busca del teléfono
-Alta emoción mi hermana eh –dijo acercándose a mí
-Sí, se puso re contenta –lo miré- porque este acercamiento?
-Digamos que estamos solos, y al ser tu amigo con derecho a rose, tiene que haber tal, no? –y se acerco a mi cara para volver a besarme en la boca
-Te estás tomando muy a pecho lo que digo –bromee
-Uy si, porque te jode mucho –y regreso a mis labios para juntarlos con los suyos
-Bueno, basta –y esta vez fui yo quien lo besó- que puede llegar tu hermana
-Ok, pero vos me estas besando. Asi que anda tratando de resistirte porque así sí se va a enterar medio mundo –reímos y golpee su brazo
-Ya le conté a… -hablaba la rubia apareciendo en la cocina- paso algo aca?
-Amigos –respondimos juntos al mismo tiempo- desayunamos?
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