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jueves, 11 de junio de 2009

Novela "Año nuevo, vida nueva" cap 47


Año nuevo, vida nueva.
Capitulo 47; Perdonada

El rubio se encargo de su novia, rogándoles a todos que los dejaran solos, que se volvieran, que descansaran y que no se preocupasen. Juan Pedro y Mariana caminaban rumbo a lo de Candela, donde aguardarían unas horas para volver a partir a Buenos Aires. No emitían palabra, ni ningún tipo de balbuceo similar. El castaño arrastraba sus pies con desánimos, mientras su miraba parecía clavarse en cada uno de los ‘granitos’ de arena. Y ella… Ella intentaba que sus miradas se cruzaran, intentaba poder sacar el tema, poder saber si finalmente podría perdonarla después de la decima cuarta vez que había desconfiado. Solamente se escuchaba el ruido de la marea, ni siquiera Candela gritaba con su quisquillosa voz aguda de por demás. Era una situación extremadamente incomoda para ambos, aunque el chico no lo demostrara. Después de encontrarse ensopada, a causa de caminar muy cerca de la orilla, y gritar fuertemente en forma de queja, sin que nadie le respondiera, llego hacia lo de Candela. Juan Pedro automáticamente reposo su cuerpo en el sillón, cuya vista daba a la ventana. Parecía estar muy concentrado en algún tema, movía sus manos con rapidez, como si intentara sacar alguna conclusión....

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- Lali, ¿podemos hablar? –Dijo, sonando más como una orden que como una pregunta-

La morocha volteo rápidamente para mirarlo, con hábiles movimientos saco a su amiga de allí y se acomodo junto a él en el sillón. Espero unos segundos a que comenzara, ya que por algo la había llamado, pero no. Así que fue ella quien decidió romper aquel silencio.

- ¿Si?
- ¿De verdad crees que soy capaz de engañarte? –Lo largo así de una. Sin darle vueltas al asunto. Mariana cerró sus ojos fuertemente y tiro su cabeza para atrás. El silencio volvió a reinar- ¿Me contestas, por favor? –Pidió suavemente sin despegar sus ojos de la ventana-
- Ya te explique, yo no quiero desconfiar, no se porque lo hago. Yo te amo y –No la dejo terminar, clavo sus ojos tristes en ella.-
- No me contestaste, ¿me crees capaz? –Insistió-
- No, obvio que no. –Respondió firme, mientras trenzaba un grueso mechón de pelo-
- ¿Entonces? –Preguntó sin interés de conseguir respuesta- La, vos sabes que te amo, que sos muy importante, que te banco porque te entiendo y se por todo lo que pasas, o que pasaste. –Se corrigió al ver que ella se estremecía- Pero no podemos seguir así –Continuó después de susurrar incontables palabras-

Aquellas cinco últimas palabras retumbaron fuertemente en su cabeza. ‘No podemos seguir así’. Y todo por causa de sus estúpidos celos, que no tenían ningún fin bueno. Suspiró hondo e intento contener las lágrimas.

- ¿Qué queres decir con que no podemos seguir así? –Repuso-

- Eso. Por favor, no se, hago lo que quieras, pero intenta no desconfiar de mi, mi amor. –Aquellas palabras sonaron tan bien. Volverlas a escuchar era como un alivio para Mariana- Yo se que no queres hacerlo, pero me jode. –Fue totalmente sincero. ¿Qué quedaba por responder?-
- Si, te prometo que la próxima vez me contengo –Juró mientras unía sus manos a las de él- ¿Estoy perdonada? –Pregunto con una mezcla de dulzura, mientras esbozaba una gran sonrisa. Recibió un fuerte apretón de labios, aunque hubiese deseado que fuera algo más que aquello. Pero no estaba en condiciones de reclamar- Bueno, parece que si. –Y suspiró tranquila-

La rodeo con sus brazos con una corta maniobra, apretándola contra su pecho. Se inclino unos grados y beso su cabeza con detención. Miraron los dos juntos el mismo punto, afuera. Y seguramente, los mismos recuerdos estarían pasando por su cabeza; recuerdos felices, de los dos. Y ahora, que nuevamente estaba perdonada , tendría que intentar superar eso de los celos, que verdaderamente le molestaba a su novio. Era lógico, a ella tampoco le gustaría que desconfiasen de la relación. ¿Pero es que podría superarlo? Era algo que salía automáticamente, ella ni siquiera lo pensaba. Pero de alguna forma, aquellos celos debían acabar, costara lo que costara. Sonrió para sus adentros, y tal vez también la comisura de sus labios dieron un pequeño levantamiento, lo feliz que era al lado de Pedro era algo que no se podía explicar con palabras. Se despidieron de sus amigos en cuestión de segundos, uno por uno, repitiendo las mismas palabras. ‘Nos vemos. Cuidate’. Se tomaron de la mano y salieron de la cabaña, rumbo a la terminal, donde otro ómnibus los esperaba. Pero por supuesto, antes tocaron aquel lugar sagrado. La playa. Los recuerdos vividos allí eran aquellos que jamás los iban a olvidar. Allí se habían conocido, allí se habían besado, allí habían decidido ser novios. Allí su vida había cambiado.

- ¿Esta lista señorita? –Pregunto divertido mientras se encontraban en la puerta-
- Contigo siempre lista. –Afirmó mientras sonreía-
- Espero que sea así.

Le costo entender la frase, por lo que al encontrarse tarde, solo pudo imprimir un cálido beso en su mejilla. Unidos los dos entre semejante amor, subieron al ómnibus que los llevaría de regreso, tal y como habían venido. Bien, o mejor dicho, perfecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no se me abree el leer mass que hago? por favorr que me encanta tu nove

Anónimo dijo...

fuii primeraaa
yo la de ariibaa un besii

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